miércoles, 4 de enero de 2012

Y TUVE COITO CON EL AMOR UNA NOCHE EN MI NADA...

El: Hace mucho tiempo navegaba en barquitos de papel, llegue a una hermosa aldea, llena de libros, plumas por doquier, arboles con pergaminos de poesía colgando de sus ramas perfumadas, y en la cabaña del cacique... Se encontraba la bacteria literal, de donde viene la locura bohemia, las pasiones derivadas de dedos... Y con fastidio al principio me contagie... Luego a mi vino el color, el olor, la dicha... El susurro nocturno de querer rasgar el viento con mis ideas volátiles, o acariciar el día a punta de palabras bonitas...
Ella: Deseas viajar, y no puedo más. Estacionando las intenciones, los placeres, los dolores. Nunca se encuentra la calma… Tú virginidad la sacia. No sueles mirar con ansias, cuando se abrupta la esperanza... La brisa te trastoca y la lluvia cae, y no sonroja. Parece como el clavel, que teme ser y no ser... Se funde sólido en ti, en tu mirar de aserrín... Y no lo puedo fingir. No logro más desearte, el halcón algo espera se aferra entero a tu boca... Y queda noche en la lona. Juntó a tus miles colores, bañados en tres olores; que me confunden de noche... No puedo seguir sin nombre. Constituye mi edema, mi vida, mi sorpresa. Y aquel clavel se despierta, espera exhorto a tu espera. No viajes largo y sin riendas. El alma viaja y no cesa. La calma viene y si cesa, en tu mirada, mi edema.

El: Añoro en mi vida la tristeza, mi tristeza, tu tristeza, nuestra tristeza... El sinsabor de la felicidad golpea, la desgracia y la divinidad bloquea, no siento ni el torcer del tiempo... Me deshago, deshago nuestro silencio, camino corto, ruego al misterio, miro mi vida, deseo muros de lamentos, de discordias, de cremaciones, de dolor, lujuria, insensaciones... Tus besos ya no manchan mis clímax, el ojo de mi corazón ya no llora, el ojo de mi corazón contigo brilla... ¿Qué quieres tú de mi vida? no quiero tus colores, largo de aquí! más quiero tus besos, tus besos que no han de venir...
Ella: No puedes más debatir, con éste loco insentir! Quería algo vivir, y no lo puedes fingir. Fui eco de tus mordidas palabras, la vida me dictó verte a ti. Solías ocultarme en mi mirada, y ya no queda nada que sentir. Habito los lugares del olvido, deseando y añorando el cruel querer, no insisto, no persistas lo ocurrido, la miel más dulce ya no puede ser. Colores, arandelas y faroles... Mi alma sólo guarda para ti, no quiero convertirme en mil dolores... lo factible mío, no orientado nunca a ti. La estrella erótica que poseo, desaceleró las ansias de tus besos. No quiero, no deseo, no pretendo extender junto a ti mis deseos. No quiero, no deseo, no pretendo volver al sitio del encuentro.

El: Más si tu paisaje efímero me permitiese volver, a ese rincón del absurdo, del que jamás pude saber, no creí en ti ni en tus dulces mentiras, más sin embargo loco me tenías... El destino reía, y tú lo sentías, cantabas al amor y te alegrabas de mi dolor... Aun cuando mi corazón y tu corazón unidos por sangre están, tu alma y tu espíritu corren de mí andar, huyen, se espabilan... Parece que vieran un volcán a punto de estallar, creo que singularmente te pude y no te pude amar, a un sin tiempo, hasta amarte y no amarte a la vez, solo espero que nuestro encuentro clandestino, no falle otra primera segunda vez.
Ella: El ave no puede volar. Sin ánimo está. Ella no niega: desear volar, lo anhela, espera a la oportunidad perfecta. Cada vez que alza el alma, y que entona su mirada, se topa con el frio, con la lluvia, con la nada. Con el símil del engaño, con la farsa, las palabras, con los gestos falsificados, vivientes a su lado. El acto mismo de volar, la sumió en años de maliciosidad. Es temor, es dolor... Que se arraiga, que se extiende en su imaginario emocional. No busca, no alude, no pretende, no se entiende... Contribuye, se retracta, se reinventa, y se sacia... A escondidas, paralela a sus ansias, a sus desadaptadas ganas.

El: Tiene miedo... ¿No será un ave caprichosa? no le basta con mis versos, con mi sinceridad, con mi honesto sentir... Yo la quiero ver volar, hacer trizas el cielo, que el brillo del sol sea uno con su feroz vuelo, que ande en mi cielo, yo nunca la dejaría, la alimentaria, no necesitaría de otro pájaro mañoso y viejo, tierno seria.
Ella: Caprichosa al querer prolongar el encaprichamiento que produce la desvalorización personificada para quien permanece junto a ti? Minutos, horas, días, meses, años, anhelos, recuerdos que envejecen, se funden en lo ocurrido, en la más notoria certeza. Caprichosa es su alma, qué no conoce calma. Caprichosos sus sueños, que se esfuman en tiempo, se transmiten en versos y no tocan los labios. Caprichoso el discurso, con el que siempre enciende los primeros momentos de un amor inocente. Tú no sabes, no sientes. Caprichoso, tú eres.


El: Descansa en mí, oh ave adolorida que poco a poco pierde sus plumas y su brillo, deja en mi tus últimos rasguños... Que no es capricho, es el deseo de este corazón moribundo, que con mi juventud física envejece, pero su edad sobrepasa la ligereza, ya no siente calor ni frio, solo quiere paz... Paz, besos en sus bolsillos, un poco de vino y un par de cigarrillos ¿y por qué no tu para compartirlos?
Ella: Sonreír me generas, es el as de tu cadena. La que suele ligar, la que suele atrapar. La que tras largos tiempos, tras momentos intensos enredaste en mis besos, en mi cuerpo, en mi anhelo. En deseos presurosos, futurosos, hermosos... Orientados a ti, desde ti y por ti. De ella sé demasiado, conozco su tacto... Su ligero contacto, desangrado, incesante, que no se le escapa nadie. Un don para agilizar, que se oculta sin más... No se deja ligar por cadenas de paz, de armonía, de fidelidad.  Abierta a caminos de esferas, de cuadrantes, de azucenas, de gladiolos, de tangos, de mambos, de cantos. Lo que a su majestad le parezca, le apetezca, de todo ello hace un objeto, al cual aplicar su cadena.

El: Es inocente mi testimonio, lo juro no fingí, pero rompí esa cadena hace mucho fue su fin, mi intención no es amarrarte, pero tampoco dejarte ir, mi intención es tocarte, abrazarte y sonreír, al son de un rico blues o un jazz de oídos partir, aunque el sufragio de tu encanto no te deje creer, sé que en alguna parte de tu fondo, la dulzura encontrare, no será mi objetivo, será mi final, es tu lado infinito, el que yo quiero devorar... Porque no quiero calma ni susurros dulces, se agresiva, violenta, técnica, amarga, enmudéceme, quiébrame, alárgame, mátame, muéveme, sin más ni por menores, se mi ira y mi caos, porque todo lo mío es tuyo, aunque todo lo tuyo no sea mío, por lo menos lléname un lago de besos, una montaña de caricias, un nido de pájaros con tu pelo, un mar de miradas, un cielo con tus estrellas, y déjame un ojo en el día y un ojo en la noche, cubrirá las dos perspectivas de mi vida... La tuya y la mía... La mía y la tuya... ¿O por qué no nos volvemos una? quisiera que fuese así, solo dame tu mano y di que sí.
Ella: Incesante, caminante, presuroso, con antojos; así sueles tu ser… Escribes, recitas, admiras, profetizas. Prometes? valoras? respetas? participas? contribuyes? acompañas? apoyas? amas? Tú mirada me sacia, me eterniza, me aparca. Tus acciones envanecen, envilecen, contrarían. Tu recuerdo me estrella, me trauma, me envenena. Tu sonrisa me atrapa, me ligera, me acapara. Tu cuerpo me destila, me sensibiliza, me domina. Tu existencia desorienta, desconcierta, genera rareza. Deseas por favor, hacer de mi vida, ¿una vida con ninguna rareza?

El: Solo afirmo mi inconsistencia, soy inseguro, un poco rudo, terco, hasta amargado, poco sensato, desconfiado, vulnerable, insensible, poco amigable, antisocial, nefasto, desastroso... Tus palabras me envenenan, solo el olor hizo en mi estragos ¿por qué balbuceo tanto? si en mi ves tanta rareza... ¿Adónde fue tu destreza? esa que vi volando con ahínco aquella tarde lluviosa llena de gritos, caminando al lado de un niño, que no comprende por qué en tus cabellos hay tantos anillos, si es mi rareza para ti belleza, déjame poner mi belleza a tus pies, conquístame con caricias, recíbeme como el marinero que se fue hace 7 años al mar y que su amada lo espera en el puerto sin tanto alardear, porque deseo, quiero, no lo resisto, me mortifica, me sulfura, desátame, suéltame, no huyas, déjame mirarte, sentirte, tocarte, desenvolverte de esa flor de loto que te cubre, tu hermosura a mis ojos son mil piedras de oro, diamantes, zafiros, rubís, tus ojos son rubís, ¿sientes lo que yo siento hacia ti? deja de fingir y de hacer muda tu risa, porque te delata y más cuando así caminas, cuando así tartamudeas, porque te derrites al verme, no soy egocéntrico, ni tampoco creído, me halagaste y te dejo ver las flores que me regalaste... Y a tus pies y servicio pongo mis cabildos, mi entereza, serás una Diosa para mi idolatría, la barcaza inquieta.
Ella: Es tu calidad, tú sentir, ese auto apreció que te lleva hasta el fin. Crees no competir. Tu autoestima se esconde... Búscala en la exósfera. No conoces de honra... Nada en las sombras. No posees nada, alma sagrada... No tienes ganas, respetas a nada. Tu dios es la farsa, la palabra cambiada, la mirada fijada a la fuerza, obligada. Tus desvíos carnales te soportan momentos, situaciones, objetos, lugares perecederos. No posees nada de franco... Desvirtuaste la frase... Ella está resentida, la volviste mentira. Un cariño eterno, eternizó tu figura, tu imagen, tu cordura, tu magnitud, tu envoltura. Una patraña natural, habitante principal de tu ser habitual...Se fijó en mis momentos, mis afectos, mis deseos. Se mofó de mi risa, de mi tierna sonrisa. La que desenfadada, sólo a ti se entregaba... Que pensaba en la tierra y el agua... La unión de la nada. Tú eres la nada.

El: … Me has dejado mudo y sin habla… Soy la nada…

Ella: … Te amo y me amas porque somos la nada.